La
vocación siempre prevalece
Sobrellevar
situaciones de malcriadez mientras se imparte conocimiento de contabilidad es
una circunstancia que solo un profesional puede manejar
Después de dedicar dos horas de sus vacaciones
para planificar un trimestre completo de clases Luz Rivero, profesora de
Contabilidad en el Colegio Universitario de Administración y Mercadeo (CUAM),
llega a la institución a las 6:50 de la mañana, se dirige a la Coordinación de
Contaduría para firmar la asistencia, tomarse un café con los colegas y recibir
la lista de los alumnos que atenderá durante el día. Ese
es el momento más jocoso que podrá tener durante su día como docente.
Son las siete en punto, llega al salón que se
le asigno y espera hasta las 7:10 para que los alumnos que están retrasados
lleguen antes de que empiece la clase. Cuando el salón ya tiene una audiencia considerable
la profesora Luz inicia el tema del día, después de pasar por la parte teórica
lo que restan son los ejercicios de los diferentes libros que se llevan en la
contabilidad.
A los alumnos a los que trata impartirles
conocimiento suelen tratarla de manera respetuosa pero siempre hay un grupo
diferente y renuente a los temas que les servirán en su futuro como TSU. La
respuesta más popular que recibe al llamarle la atención a aquellos que
interrumpen y no prestan atención a la clase es: “Yo estoy pagando bastante
real aquí para que me den un título”. Esto hace pensar a la profesora que se
denigra la labor que con tanto empeño ejerce.
Los docentes en Venezuela son unos de los
peores pagados en el mundo y esta docente no corre con una suerte distinta. La
profesora Luz es titular de la cátedra de Contabilidad I y II y por cada hora
de clases le pagan 37,5Bs. sin contar las numerosas horas que invierte en
planificar las clases y corregir trabajos y parciales fuera de su horario
universitario. Ella, junto a un pequeño grupo de colegas del CUAM, solicitaron
un aporte económico adicional por las horas de trabajo extra que se toma
revisar las evaluaciones hechas en clase y la respuesta de los directivos fue:
“Si no les gusta, váyanse”. Denigrando, una vez más la profesión docente.
Lo que mantiene en pie a la profesora
universitaria Rivero es el gusto de impartir conocimiento a quienes lo
necesitan y lo aprovechan para su formación. A pesar de todos los contrapiés
que ha tenido en los salones de clases ella describe su profesión como algo
hermoso que le ofrece una enseñanza diaria y le da valor a lo que aprendió de
sus ídolos, sus padres.
"Algo hermoso que le ofrece una enseñanza diaria y le da valor a lo que aprendió de sus ídolos, sus padres". Imagen de Google. |
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